Por Julio María Sanguinetti (CORREO DE LOS VIERNES)
El Uruguay no está a punto a de estallar. Empiezo diciéndolo para que no se me atribuya, como es habitual en el oficialismo, un tremendismo que no practico por formación y estilo. Pero digo sí que está instalada una bomba de tiempo, que habrá que desarmar paso a paso para que no nos arrastre y haga cierta la maldición de los 20 años (1982, la tablita; 2002, la banca)…
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