Después del ruido

Por Julio María Sanguinetti (CORREO DE LOS VIERNES)

Terminado el ciclo electoral, acallados los ruidos, pasados esos primeros análisis superficiales que siempre aparecen, nuestro Partido arriba -como todos- a la hora del balance, de la mirada de conjunto sobre el escenario político nacional.

La primera gran lectura es que la batalla por la coalición que iniciamos en mayo de 2018 ha sido el cimiento de la construcción de esta alternativa de cambio que hoy se marca en el país.

Ella se logró luego de una larga prédica, pero aun así debemos entender que no fue sencillo obtener el concurso de toda la ciudadanía que en la primera vuelta había votado a los partidos de la coalición que, sumados, habían alcanzado un 54 % frente a un 40% del Frente Amplio. En la doble vuelta todo cambió y el candidato frentista, pese a su debilidad, creció hasta un 49% mientras que el nuestro, no obstante su notable campaña, apenas superó el 50% y terminamos con el Jesús en la boca.

Felizmente el gobierno ha arrancado con firmeza, la coalición funcionó para sacar la primera gran ley y trabaja en el Presupuesto con espíritu constructivo. El Presidente de la República, a su vez, ha afirmado su prestigio por su enfoque y decisión en la pandemia y disfruta hoy, además, de una popularidad relevante por su modo de moverse y comunicar.

El ciclo electoral acaba de terminar con la elección departamental y no se han producido, en esta última instancia, cambios dramáticos. El hecho, sin embargo, es que los candidatos frentistas, si bien perdieron tres Intendencias, alcanzaron un 44%, más que en la primera vuelta, lo que -luego de una derrota- no es una mala elección. Y un desafío constante para la coalición republicana.

El Partido Nacional se ha beneficiado de la popularidad personal del Presidente y ello le ha permitido ganar 15 Intendencias. ¿Son todos votos blancos? Sin duda que no. Es notorio que, sin el acuerdo con un grupo colorado, Rocha no la habría ganado el candidato blanco; del mismo modo, en Río Negro notorias figuras coloradas, a título individual, hicieron lo propio para llegar al mismo resultado. Tampoco puede ignorarse que Cabildo Abierto, prácticamente sin candidatos propios, acompañó en general a los blancos

Otro caso es el de Salto, que ya hemos comentado más de una vez. No se nos escuchó, no se nos respetó y así se cosechó un resultado negativo. Realmente una lástima, pero también una muy expresiva lección hacia el futuro. Ella nos está diciendo que es la hora de comenzar a construir un proyecto político y electoral de largo aliento, que respete cada individualidad partidaria y pueda así ofrecer necesarios matices de opinión.

Nuestro Partido, por su parte, corrió con todas las desventajas. Su principal figura política, candidato a la Presidencia, se retiró del escenario en plena campaña. El llamado «voto útil» funcionaba en nuestra contra en los departamentos donde el Partido Nacional era mayoritario o tenía opción, como ocurrió, entre otros, en los que hemos comentado. La diferencia de medios era ostensible en todo el país. Pese a todo, los candidatos colorados alcanzan en su conjunto un 11%, bien cercano al de la elección nacional, y así se obtienen 61 bancas de ediles, 4 más que en la municipal anterior. No es un gran éxito, pero tampoco es la tragedia que algunos periodistas frívolos y poco responsables pretenden instalar con relación a nuestra colectividad.

En todo caso, estamos de pie. Mucho mejor que en mayo de 2018, cuando visitamos a los líderes blancos para proponerles la coalición. Entonces no teníamos ni candidatos ni grupos organizados, al punto que personalmente tuvimos que involucrarnos nuevamente en la vida electoral del Partido, que no era por cierto nuestra idea. Hoy actúan tres grupos colorados que están organizados. «Batllistas» se siente el custodio de los valores esenciales del ADN partidario. «Ciudadanos», que nació como renovador al impulso de la candidtura de Talvi, hoy sin ella -sin embargo- ratificó su presencia. Y la nueva «Tercera Vía» del Dr. Zubía muestra singular valor.

Además, estamos en el gobierno. Hay Ministros, Subsecretarios y jerarcas colorados en lugares claves del Estado. De allí saldrán, seguramente, a su tiempo, valores prestigiados, eventuales dirigentes a promover. Hoy no están los candidatos, pero está el Partido y están las agrupaciones. Sobre todo está el Partido y si todos los colorados tenemos la sabiduría de actuar con coherencia y amplitud de miras, auténtico sentimiento de unidad, más allá de las preferencias naturales, no tenemos la menor duda de que creceremos, proyectando hacia lo político la enorme responsabilidad que ha asumido en la administración.

Ahora, a gobernar, a proponer, a ayudar, a corregir, a protagonizar. A hablar y discutir. A levantar nuestras banderas de siempre, las que el mural espectacular de Miguel Bategazzore que inauguramos en la Casa del Partido resume y proyecta a través de una obra de arte superlativa. La convicción republicana, la laicidad, la modernización educativa, la seguridad social que promueva y no iguale hacia abajo, el feminismo, las empresas del Estado fortalecidas en la competencia, la política exterior inflexiblemente democrática, el equilibrio entre Estado y mercado, la visión universal de los valores sociales y de la voluntad de progreso. Ese es el Partido Colorado. Ni populismo ni elitismo. El que construyó esa gran clase media, que es base de la República, apoyando a quienes trabajan, en una atmósfera de libertad. La que nos ha inspirado siempre. Y que nos da un perfil identitario irremplazable.