Por Julio María Sanguinetti (CORREO DE LOS VIERNES)
La pandemia ha desplazado todo otro tema de la discusión. Sin embargo, un día sí y otro también, han quedado en evidencia resultados concretos de la administración frenteamplista que hacen caer definitivamente el relato con el que han transitado todos estos años. Con este lamentable balance hay que enfrentar ahora la caída mundial de la economía que ha traído el coronavirus.
A modo de resumen, la siguiente es una enumeración -no exhaustiva- de áreas sustantivas en que el balance deficitario del legado frenteamplista rompe los ojos.
I. SEGURIDAD CIUDADANA. Es el primero de los derechos humanos, porque hace a la vida y a todos los aspectos de la posibilidad de ejercer una vida normal. Los 400 muertos y 30 mil rapiñas resumen un desastre que tiene una variante cualitativa gigantesca: la presencia rampante de un narcotráfico instalado en el país. Habiéndose cuadriplicado el gasto del Estado, quedó en evidencia el error de una política cargada de ideología que, desde el comienzo de su primer gobierno, con una ingenua liberación de presos, comenzó el desbarranque. Sin olvidar que incluso en el último período, la promesa electoral era bajar el 30% las rapiñas y crecieron exponencialmente.
II. EDUCACIÓN. Es la primera y más importante política social. En tiempos como los que corren, incluye o excluye a la juventud en un mundo de producción transformada revolucionariamente por la tecnología. Los resultados son terminantes. En este escenario, también se aumentaron los recursos y se bajó el rendimiento, demostrando que el error estaba en su concepción doctrinaria y su ejecución. No es casual entonces que los aprendizajes de los alumnos de 6º año muestren que el 50% ni siquiera exhibía comprensión lectora en nuestra lengua. O que las pruebas PISA demostraran que en los jóvenes de 15 años, el 39% tampoco llegaba en esa materia al mínimo y el 52% no alcanza ese umbral en aritmética. En la sociedad de conocimiento es una condena.
III. INCLUSIÓN SOCIAL. Durante los quince años frentistas oímos hablar, machaconamente, de la «inclusión social», con el MIDES y sus políticas asistencialistas como emblema. Se hablaba de una baja de la pobreza que era tan claramente estadística y poco realista, que llegó la pandemia y de un día para el otro descubrimos que teníamos 400 mil uruguayos sin protección social. Y que los asentamientos irregulares se multiplicaron hasta llegar a la increíble cantidad de 650. O sea que la larga tradición de seguridad social del Batllismo era lo único que sobrevivía y funcionaba. El Banco de Previsión Social, las escuelas de tiempo completo, las asignaciones familiares, los Centros Caif (creados en nuestro gobierno y no en los frenteamplistas, como ahora hacen creer), las preescolares y el programa de alimentación escolar, son los baluartes que han sostenido el país. Lo demás, mucho gasto y ningún rendimiento. «Las políticas sociales que aplicamos no dieron resultado», dijo el Presidente Mujica, reconociendo esa realidad.
IV. DÉFICIT FISCAL. A pesar del período de mayor bonanza de la historia en los precios internacionales de exportación, el Uruguay aumentó la presión del gasto sobre el PBI en 7,3%, desmintiendo la enfática promesa del Ministro Astori de no aumentar ningún impuesto. Pese a ello, aumentó el déficit hasta el 5% del PBI; o sea, del orden de los 2.900 millones de dólares. Hay más déficit que cuando la crisis de 2002 y eso ha pesado enormemente para aumentar la deuda pública (se triplicó) y disminuir la competitividad del país por el atraso cambiario resultante de ese incremento de deuda. No es este un ejercicio de economistas, lejano a la gente; por el contrario, la ciudadanía entera sufre sus consecuencias en empleo e impuestos.
V. PRODUCCIÓN. La exportación perdió protagonismo y cayó de del 29,4% del PBI en el quinquenio 2005-2009 al 21,7% el año pasado, pese al avance de sectores fundamentales como la celulosa y la soja. En los últimos cinco años, no bien pasó la excepcional bonanza de precios, la economía se estancó. Los pobres resultados de aumento -alrededor de 1% en promedio- solo se explicaban por el sector telecomunicaciones (o sea las trasmisiones de datos y uso telefónico). En materia de inversiones, los únicos datos relevantes son la continuidad de las políticas de los gobiernos colorados, como la forestación y las zonas francas.
VI. EMPLEO. El Frente Amplio entregó el gobierno con una desocupación del orden del 10% y una caída de la tasa de empleo del orden del 5%. En los últimos cinco años se perdieron 55 mil empleos. Este tema, como todos los anteriores, se ha agravado con la pandemia y agregó un aumento exponencial del teletrabajo, de consecuencias muy relevantes. Los jóvenes, especialmente, padecen una muy fuerte pérdida de expectativas, porque la tasa de empleo cae de 39% a 31%.
VII. DIVISIÓN EN LA SOCIEDAD. Los profesores creen que se puede hacer proselitismo en los liceos. Los Inspectores invocar su jerarquía para pedir el voto al Frente Amplio, como pasó en la elección. Toda autoridad que pretende detener esos abusos del adoctrinamiento, es un «facho». Muchos sindicalistas creen que comparten la administración y consideran atropello anti-sindical que se les reclame que se ajusten a su rol de protección de los derechos de los trabajadores. Los muertos por la guerrilla valen menos que aquellos que mató la dictadura. Buenos y malos. Buenos buenísimos, ellos, y malos malísimos, todo el resto. Muy triste.
Podríamos seguir enumerado áreas en las que el fracaso frenteamplista se hace evidente. Mejor que lo que podamos decir nosotros lo reconoció el propio Ministro Astori, que luego de declarar en setiembre de 2014, que «la situación fiscal del país es la más sólida que yo recuerde», terminó reconociendo, en abril de 2019, que «no hemos sabido manejar la calidad del gasto público, lo cual –en un país que tiene un desequillibrio fiscal importante– es una falta que tenemos que corregir. No hemos avanzado lo suficientemente, y el pueblo lo relama con justicia, en materia de seguridad pública y educación. Lo temas de vivienda son fundamentales, porque allí hay todavía, y lo vemos todos los días quienes vivimos en este país, deficiencias fundamentales que hay que superar».
En una palabra, se cayó el relato. Solo se despilfarró una bonanza circunstancial, no se creció de verdad, no se invirtió, se le dio a los más necesitados una efímera ayuda en dinero que simplemente los ató al gobierno, mientras no se hacía lo necesario para promoverlos social y culturalmente. En una palabra, solo se igualó para abajo. Y los de abajo están peor que nunca. Y ahora hay que ayudarlos con un economía que, encima de la hipoteca heredada, ahora tiene la segunda hipoteca de esta pandemia. Razón de más para ratificar el rumbo y nosotros, batllistas, permanecer fieles a nuestra idea de justicia social en libertad.