«...mirar el interés nacional desde la institucionalidad internacional, desde el interés del país, desde el respeto a la particularidad de los regímenes no condicionando nuestras relaciones, salvo los compromisos democráticos asumidos en nuestra región.
Desgraciadamente, en los últimos años hemos tenido una política exterior signada por presuntas amistades. Somos amigos de los que se parecen a nosotros (al gobierno): somos amigos Venezuela, de Bolivia, de lo que era en su momento la Argentina K, pese a que nos devolvía agresiones sobre el comercio, agresiones sobre los puertos y eso es grave…» , señaló el presidente Sanguinetti hace algunos días en ADM.
Los Kirchner, los Chavez, los Maduros son circunstancias desgraciadas en la vida política de países latinoamericanos. Uruguay debe tener buenos vínculos comerciales con todo el mundo y no condicionarlos a las circunstancias cambiantes: las países pueden ser buenos vecinos, comerciar intensamente y, sin embargo, mantener serias diferencias ideológicas. Comprar ticholos no es lo mismo que apoyar a Bolsonaro ¿no?
Los países tienen intereses y no amistades, como escribieron los clásicos de la geopolítica y nos demostró Cristina Kirchner.
Uruguay, como muchos países que solamente pueden crecer vendiendo calidad al exterior, tiene que vivir abierto.
Como lo sintetizó Sanguinetti, «…y no encerrados como estamos hoy, por un lado, en un MERCOSUR mediocre, y por otro lado, tratando de defender una política exterior de amistades impregnadas de una visión particularista de la política…».