Entrevista de Daniel Lema y Guillermo Draper (Semanario BÚSQUEDA)
Julio María Sanguinetti dice que Talvi es una “gran opción para noviembre” y que si gana la oposición, el futuro gobierno “requerirá habilidad política” y el “espíritu patriótico” de todos los que la integran
La oposición debe acordar en temas claves previo a octubre para dar “garantía” de que no está “proponiendo un salto al vacío»
Julio María Sanguinetti dice que su “objetivo prioritario” no era ganar las elecciones. Y agrega que por eso está satisfecho con los resultados de las internas del Partido Colorado, en las que terminó en un lejano segundo lugar detrás de Ernesto Talvi. Su intención, explica el dos veces presidente, era “levantar al partido” e “instalar la idea de gobierno de coalición”.
Sanguinetti cree que alcanzó ambas metas. De cara a octubre, sin embargo, ve otros desafíos para su colectividad política y para el arco opositor, algunos que lucen más complicados.
El objetivo principal es que los partidos acuerden en “puntos específicos” antes de las elecciones nacionales. Eso es necesario, dice el dirigente colorado, para demostrar que no están “proponiendo un salto al vacío, que se vaya el Frente y después que ocurra lo que tenga que ocurrir”.
Uno de los problemas para lograrlo está, entre otras cosas, en la fragmentación del arco opositor y en la postura de sus líderes. Mientras Sanguinetti cree que hay que negociar incluso con Cabildo Abierto, Talvi dijo que no se sentaría a la mesa con Guido Manini Ríos. “Es una posición razonable, pero me parece más lógico que se abra el diálogo a todo el espectro”, insiste.
A continuación, un resumen de la entrevista que Sanguinetti mantuvo con Búsqueda.
—¿A un mes de la interna, qué mensaje cree que dejó la ciudadanía en esta votación dentro del Partido Colorado?
—El primer gran mensaje es general: la ciudadanía mostró más interés en la política de lo que se presumía, lo cual habla de una conciencia cívica más alerta sobre la salud de las instituciones. En segundo lugar, la interna ha mostrado un Partido Colorado revigorizado. El partido había quedado en una situación muy mala; hasta marzo, abril, mayo del año pasado, estaba en una situación crítica. Eso nos llevó a salir a nosotros, generamos un cambio de humor, de actitud, y un resurgimiento del partido. Luego vino la campaña de Talvi, que al principio parecía que no tenía mucha fuerza, pero al final se trampolineó con vigor e instaló la idea de la renovación. Y eso ha permitido que el partido llegue con una perspectiva muy interesante, que era lo que nos habíamos propuesto hace un año: que el Partido Colorado llegara a lugares de decisión desde el punto de vista electoral. Y hoy está en una posición de decisión.
—¿La derrota en la interna le hizo pensar que no se debió presentar?
—Honestamente, me siento parte del éxito. Mi propuesta de mayo, cuando fundamos Batllistas, era levantar al partido para ponerlo en un lugar de decisión y en segundo lugar instalar la idea de gobierno de coalición que entonces no estaba y sobre la cual había rechazo y escepticismo. Ambos objetivos se han cumplido. Es más, en algún momento se me reprochó, acaso con razón, que no parecía sentir la posibilidad de ganar la candidatura presidencial porque ese no era mi proyecto personal. Desde ese punto de vista me siento parte del éxito y eso me da una gran comodidad espiritual. Cumplí con mi deber. No hay nada más grato que sentir que uno cumplió con su deber; así como no hay nada más ingrato que cuando uno está enojado consigo mismo porque tomó decisiones equivocadas.
—Pero igual quería ganar.
—Puesto en la carrera, uno siempre quiere ganar. Pero quiero decir que no sentía que ese era el objetivo prioritario, que era el de relanzar al partido, de hacer que resurgiera. Y eso se logró.
—¿Piensa que le erró en la estrategia o no era posible ganar?
—Las cosas se dieron como se dieron. Pensábamos en que iba a ser una elección interesante. La salida de Talvi tuvo dos tiempos: al principio no parecía competir con posibilidades de éxito y luego sí. Y eso fue su mérito, no nuestro demérito. Logró instalar una imagen de renovación y bienvenido sea. Nosotros representamos lo que hemos representado siempre, la columna vertebral, ideológica, histórica, de un Partido Colorado y, sobre todo, de un Batllismo que se siente siempre vigente como filosofía del país y como doctrina social.
—Y esa columna de la que habla ¿cómo está? ¿Está debilitada después del resultado de la interna?
—La idea es unir para que haya dos grandes espacios, porque, mal o bien, los dos sectores batllistas representamos más o menos el 47% de la interna, por lo que no es algo baladí. Unidos nos parece que ofrecemos dos variantes que compitiendo con hidalguía y espíritu de convivencia le va a dar al partido la ratificación de este brío que ha mostrado en este año.
—Cuando usted hablaba de ayudar al Partido Colorado para estar en la decisión, quedaba la idea de que era para ayudar a que los blancos ganaran. Hoy, después de la interna, ¿qué situación observa? Talvi se muestra confiado en que pueden pelear el balotaje.
—Talvi lo dice y creo que tiene razón. Cuando salimos nosotros el tema era lograr que el partido sobreviviera. El partido resurgió y hoy está en otra opción. Además, está claro que el Uruguay tiene un remanente de pertenencia que es superior al de la mayoría de los países del mundo occidental, pero infinitamente menor que el que tenía hace unos años. No estamos lejos del posmodernismo. Los fenómenos se pueden instalar con más velocidad. El fenómeno Talvi fue muy rápido, el fenómeno Sartori fue muy rápido, el fenómeno Manini fue muy rápido. Hace 60 años, previo a la campaña electoral, se sabía lo que iba a votar el 90%. Hace 40 años quizás fuera el 80% y hace diez años quizás fuera el 70% o algo menos. El sistema de partidos sobrevive y por eso lo defiendo ardorosamente, porque es la estabilidad del país. Pero el margen de cambio hoy es mucho mayor. Entonces, las tendencias de este mundo actual dominado por redes sociales, por medios de comunicación distintos, con ciudadanos que se sienten representados a sí mismos y que no sienten tanto la necesidad de una representación intermediaria de un partido, de un legislador, ofrece cambios, de modo que hoy el partido está en una opción posible.
—En el debate que organizó Búsqueda entre usted y Lacalle Pou, dijo que el público estaba ante un expresidente y prepresidente. ¿Hoy no lo diría?
—Fue una expresión espontánea de aquel momento, a la cual se le cargó un sentido que no tenía. Hoy hay varios prepresidentes. Lacalle, Talvi y Martínez son prepresidentes, cada uno con mayor o menor chance.
—¿Le parece que Talvi es mejor candidato para noviembre que Lacalle Pou?
—Alguna encuesta ha dicho que él ganaría con más facilidad frente a Martínez. En todo caso me parece que es una gran opción para noviembre. Con un Frente Amplio muy debilitado, confuso en su planteo político y de ideas, con fracasos notorios en la gestión, una figura nueva, con un discurso atractivo como es el de él, con planteos que lo han reubicado en una imagen de centroizquierda más tradicional en el Batllismo, sin ninguna duda es una carta muy fuerte.
—La estrategia de Talvi, según lo ha planteado, es ir por el votante de centro. ¿Cuál cree usted que debería ser la propuesta de cara a octubre?
—El partido tiene un espectro más amplio que el que tenía. Los hechos hablan de que Talvi le ha llegado a cierta gente independiente, con sentimiento más de centroizquierda. Nosotros ideológicamente hemos sido eso, pero la gente nos ubica más al centro y eso nos permite tener un espacio más amplio. Además, las decisiones de voto no son, salvo en minorías, el resultado de un análisis académico. Son una expresión de confianza, de fe, fundamentalmente confianza en determinada persona y lo que representa o simboliza. El partido hoy tiene variantes muy claras. De un lado hay una imagen de renovación, del otro lado hay una imagen de relectura y nueva propuesta de la esencia batllista de siempre.
—Usted dice que el Partido Colorado es visto como de centro, pero los análisis muestran que tienen un voto conservador. ¿Esto de que Talvi se tire para el centro no puede hacer que tengan una fuga por ese lado, con Cabildo Abierto, por ejemplo?
—Yo diría que Cabildo Abierto le restó gente al Partido Colorado, pero más que nada por una imagen de autoridad, creo por su condición de militar. Hoy entiendo que eso, en la medida que van decantando los hechos, va a ir cambiando. La mejor defensa de las instituciones militares la vamos a representar los partidos tradicionales y particularmente el Partido Colorado, que es el que ha tenido que preservar la institución en el cambio luego de la dictadura. La mejor defensa de la institucionalidad y de la familia militar es la que vamos a hacer nosotros, no la de quien por ser militar aparece como demasiado interesado en ella.
—Usted escribió y lo dijo en alguna reunión que con Manini hay que sentarse a conversar.
—En la perspectiva de un gobierno de coalición, en principio no hay que excluir a nadie. He recordado a Mateo López Bravo, un ilustrado español del siglo XVII, que decía que de todo excluido se hace un enemigo. En consecuencia, al gobierno de coalición no hay que crearle enemigos. Es verdad que ha habido algunas afirmaciones polémicas del general que ha provocado debate. El diálogo está para eso, y si esos debates son previos a entrar en los detalles, en buena hora.
—¿Lo habló con Talvi esto? Porque él está en contra.
—Él está a la idea de que el diálogo se entable solo con aquellos que tienen representación parlamentaria hoy. Es una posición razonable, pero me parece más lógico que se abra el diálogo a todo el espectro.
—Talvi ha dicho que con Manini no negocia y con Sartori tampoco. ¿No da una señal de que el bloque opositor está más dividido de lo que necesita para presentarse ante el electorado?
—La oposición tiene que buscar caminos de entendimientos y construir una alternativa. La tiene que construir con aquellos que concordemos en un determinado sobre cuatro o cinco medidas fundamentales. Esa es la esencia del tema. Y para eso, en principio, no podemos descartar a nadie. Alguna gente se podrá descartar ella misma en función de que no comparte. El caso de Sartori es aparte, porque la representación ahí la tiene el Partido Nacional.
—¿Cómo cree que se puede dar la cooperación entre Partido Nacional y Partido Colorado teniendo en cuenta que están compitiendo para llegar al balotaje?
—Hay una competencia mayor que la que había antes de la interna. Hoy hay un Partido Colorado revigorizado y con más posibilidades. Eso sin dudas abre un espectro distinto. Hace un año parecía que el Partido Nacional era prácticamente excluyente en la oposición y eso es bueno para la oposición y para el país y el sistema.
—¿Pero cuál es el límite entre la cooperación y el conflicto?
—Lo importante es el acuerdo en puntos específicos.
—¿En octubre o en noviembre?
—Antes de octubre. Ese ha sido siempre mi criterio. Porque entre octubre y noviembre es muy corto el lapso para hacer reales entendimientos. En segundo lugar, la oposición tiene que ofrecer una alternativa. No es estar en contra del Frente por el Frente mismo. Es decir: tenemos una opinión distinta sobre la inserción internacional, sobre la seguridad ciudadana, sobre la educación. En eso nos deberíamos centrar en estos meses para ofrecerle al país la garantía. La elección no es una encuesta, un acto en el que cada uno solamente opina, es un acto de gobierno y ese acto de gobierno es el de elegir a quiénes van a administrar el Estado. Por eso es que a mi juicio hay que construir la garantía de que eso va a ocurrir y que no estamos proponiendo un salto al vacío, que se vaya el Frente y después que ocurra lo que tenga que ocurrir. No, no es así.
—Acaba de comenzar agosto. ¿Ve posible llegar a octubre con ese acuerdo?
—Pienso que sí. Todavía están los partidos acordando sus programas internos.
—La última encuesta de Equipos Consultores, realizada después de las internas, marca una caída grande del Frente Amplio respecto a julio de 2014 y también que blancos y colorados sumados están casi en la misma posición que hace cinco años.
—Eso lo que revelaría es una situación de indecisión muy fuerte. Conozco mucha gente que votaba a Astori, no por ser frentista, sino porque permitía asegurar una opinión más moderada. Da la impresión de que hay un cambio en el electorado. Quizás la gente todavía no lo esté revelando con tanta claridad. El margen de indecisos que se señala en la encuesta (16%) es bastante importante. Creo que la gente se está definiendo a favor o en contra del gobierno. Y el en contra del gobierno está claro. Hoy las opciones opositoras representan casi el 50% en esa encuesta, frente a un Frente Amplio que aparece bastante disminuido. Esa es la primera opción: a favor del cambio o en contra del cambio. Esa es la primera gran opción del electorado, lo primero que el ciudadano está pensando. Da la impresión de que eso se está definiendo a favor de la oposición, luego veremos cómo.
—¿Esa situación puede explicar que ahora varios referentes del Frente Amplio salgan a hablar de Venezuela? Usted en campaña decía que en esta elección se define entre los que dicen que Venezuela tiene una dictadura y los que no.
—Resumía todos los debates de principio en eso. Creo que esa idea sigue siendo válida. Está muy claro que el hecho de que los dirigentes del Frente Amplio salgan hoy a expresar un cambio, en el momento de la campaña electoral y ante el derrumbe de Venezuela ante la opinión pública de todo el continente, es evidente que no representa una opinión auténtica. Está teñida de oportunismo político. Precisaron que la señora Bachelet hablara de siete mil muertos y cuatro años de violar la ley para reconocerlo. Es una actitud oportunista que, en cambio, los más claros ideológicamente en el Frente siguen insistiendo.
—¿Cómo se imagina un gobierno de coalición entre blancos, colorados, Cabildo Abierto y Partido Independiente?
—Es un gobierno complejo. Los gobiernos de coalición son complejos. La historia del país es una historia de gobierno de coalición. La excepción fueron estos 15 años de hegemonía del Frente. Para eso está la política, la vilipendiada política está justamente para poder articular las fuerzas necesarias para que un gobierno pueda gobernar y pueda cumplir con sus objetivos. He sido notoriamente muy contrario a las nuevas opciones políticas por razones de gobernabilidad, justamente. Hoy Europa muestra lo que significa esos fraccionamientos de los partidos tradicionales y las dificultades enormes para gobernar. Se requerirá habilidad política, se requerirá espíritu patriótico, espíritu cívico de todos quienes estamos en la oposición.
—¿Y usted dónde va a estar?
—Yo voy a estar ayudando, en el lugar donde sea, pero ayudando.
—¿Usted va a encabezar la lista al Senado?
—Sí, vamos a encabezar la lista de Batllistas y esperemos que sea de los dos grupos que se expresaron en la última elección.
—¿Entonces da más estabilidad un gobierno del Frente Amplio que uno de la oposición?
—El Frente Amplio también es una coalición, a la prueba están las diferencias notables que tienen.
—Pero tienen mecanismos para cerrar filas.
—Ese es el desafío de quien gane la presidencia por la oposición, el de mostrar la capacidad de generar ese espacio alternativo, por eso creo que esa construcción tiene que ser ahora.